El pensador grave, errante de la tierra aria al oriente, ya decía que la congoja quedaba entre los hombres de la ciudad. Allí, mareados en su ritmo, se preocupa tanto por los atormentados y las cosas desagradables que se necesitan comprar los minutos de felicidad con suvenires del momento!
Con tal obrar, cómo no ser una empresa difícil justificar la existencia?
Cómo vivir, si no?
Ante la infelicidad, el hombre se vuelve un mal melancólico, dijo al entrar en la granja. Pero en el prado (el interior, el vivido, en nuestro u otro cuerpo, aquel que servimos y amamos) no existe problema alguno, la existencia no necesita ninguna justificación, pensar se convierte en un juego; se descubre que el mundo es hermoso, la vida es corta, crear nos hace padres, amar nos hace vivir!!
Haz lo que amas y no tendrás tiempo para la desdicha.
Obviamente se necesita uno conocer aquello a lo que aspiramos en la existencia, y luego tener el valor para hacerlo, aunque quizás se te considere un exentico, poco cuerdo, y extraviado…
…un don, un arte, un pensamiento, una persona, un lugar…
…amalgama lo eterno en la existencia completa, y encontrarás la semilla de los primeros días en tu interior.
Y en su pensamiento El Caminante vio el ejemplo en los árboles. Éstos dicen: Mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo, hasta el fin, el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación.
Confío que Dios está en mí…
Confío en que mi tarea es sagrada…
…y vivo de esa confianza.
