Pain of Salvation

He caminado en este camino desde ya hace muchos años…



…he gastado todas mis lágrimas



…he dejado muchas cruces atrás.



Quizás esta vez es suficiente. Llévame a casa!


domingo, 5 de octubre de 2008

Muy lejos de mi hogar.Otra vida.

Muy lejos de mi hogar. Lo había dejado para recomenzar una vida que maté: La mía. No se por qué me encontraba en esa situación. Una futurista estación de viaje, lúgubre y sucia. Estaba perdido. En mi bolsillo solo llevaba el 160 Quelios, el equivalente a casi 19 centavos. No era suficiente para una llamada. Una llamada que podía hacerme volver a casa….vencido, si, pero no perdido. Le supliqué en la puerta de un local de comunicación a un joven oriental de ropas elegantes. Me dio mas de lo que necesitaba…quizás mi aspecto enajenado lo conmovió, o fue la insistencia de mi lastimosa petición. Frente al teléfono dude a quien llamar, pues mis recuerdos eran borrosos y confusos. El primer número al que marqué fue el de mi amada abuela. El tono llamó por unos largos segundos mientras mi razón se negaba a recordar que ella hacía tiempo que había abandonado este mundo. Mi padre fue la segunda opción. En verdad no quería escuchar la voz de ninguno de mis padres…pero era la única manera de que me ayudaran a volver a mis tierras…
Ya era de noche, y con esfuerzo miraba los carteles de los buses que indicaban su destino, y que ninguno marcaba mi hogar. El llamado fue inútil…Nada podía hacer mas que intentar sobrevivir en aquella ciudad.
Camine un largo rato entre sus anchas e iluminadas calles, de centros comerciales y galerías de feria, que aunque de una arquitectura avanzada a nuestros tiempos, un aire ominoso cubría la ciudad. No podía pasarme la noche caminando, y con las pocas monedas mendigadas podía pagarme un cuarto en alguna posada; solo tenía que averiguar a donde ir. Entré a un extraño local en la que comerciaban artículos para adolescentes. Una joven de aspecto huraño (aunque bella en si) me dijo de mala manera que estaba por cerrar la tienda. Algo familiar vi en ella, y más aun, cuando su madre y su hermana se presentaron ante el umbral para ir a su casa. Yo las conocía de otra época, de otro tiempo…de otra vida…no se. La señora era una mujer corpulenta pero delicada, y las jóvenes eran muy similares en aspecto, solo que una era más menuda y con los cabellos teñidos de un apagado amarillo dorado…
-No se de donde, pero yo las conozco- les dije –Mi nombre es Juiahnn, soy…un buscador.-
-No lo creo. No te recuerdo.- me contesto la que atendía el negocio.
-Tu no eres de por acá, verdad? – exclamo la madre de las chicas.
-No señora. Yo vivo al otro lado del mar. En la ciudad costera del bosque sur.- le contesté.
-Juiahnn…Juiahnn…- musitaba la otra joven – Juiahnn! Tu no estabas en el campamento de Terion cuando eras chico?-
-Si!...fuí durante toda mi niñez a esa maldita roca!!- he hice un esfuerzo por recordarla…solo tenia que imaginármela de niña, y sin ese color en los cabellos…
-Violeta?! Sos vos?- dije al fin.
La suerte cambió para mi en ese momento…no tenía que preocuparme por un techo, ni por comida. Ya no era un desconocido…

Vivimos en uno de los edificios del centro de la ciudad. Carmina, la madre de Violeta y Sarem, era la dueña de casi todo el complejo.
Violeta y yo nos habíamos comprometido, pero pese a haber una tierna relación de amor entre nosotros que trascendía lo sexual, hasta ese entonces no habíamos podido demostrarlo físicamente. Durante la adolescencia, Violeta fue maltratada por su padre, hasta el punto de haber intentado abusar de ella. Eso la llevo, no solo a tener problemas en su menudo cuerpo (lo que conllevó a varias operaciones), sino que a su mente. Rara vez tenía contacto con una persona. Su cuerpo era frágil y su mente temerosa. Carmina la sobreprotegía, y hasta interfería en nuestras vidas. En verdad, Carmina era una mujer posesiva y celosa al punto de enfrentarnos con fiereza.
Comencé a sentirme desdichado y triste… Violeta y yo nos amábamos, pero entre su madre y sus temores la relación se iba enfriando.
-Tengo que partir- le dije un día –Pasará un tren por la ciudad que va al valle, del otro lado de las montañas, a la ciudad jardín…-
Hubo silencio…
-A veces el amor no es suficiente, y parece que no nos hacemos felices…- intenté explicarle – Tu le temes a todo…y estas…-
Llorando, se me abalanzó al cuerpo, y me rodeó con sus brazos. Su cuerpo era pequeño, y si…frágil, frágil, frágil…
Nuestros labios, resecos por el tiempo sin un amor expresado, se fueron humedeciendo, y en el silencio de esa noche, agradecí a los dioses estrecharla contra mi.

Bajo esas mismas estrellas huimos de las sospechas de su madre. Corrimos, esperanzados por una nueva vida, hacia la estación. Ella reía de felicidad. Su rostro brillaba. Quería esa expresión por siempre y la inmortalice en una fotografía.
El tren anunciaba su paso, nunca paraba con excepción a su destino. Corrimos por las vías para saltar al vagón. Ella estaba agitada y excitada como cuando era niña y jugábamos en las llanuras del asteroide.
-Sabes, Juiahnn?- me dijo sonriendo –No quería hacerte esto…no te lo mereces-
-Qué?-
-Que te enamoraras de mi…Vos lo supiste, por eso querías irte. Sabias que yo era frágil en todo sentido, pero me diste fuerza para convertirme en mariposa…-
Y el viaje transcurrió por tierras remotas, bellas y exóticas. Y reímos, lloramos, y nos amamos, hasta que sus “alas” se marchitaron. Ella era frágil…

El tren llego a la ciudadela al atardecer del cuarto día. Y en ese hermoso paraje dejé su bello cuerpo a los pies de las montañas.

Juiahnn