Pain of Salvation

He caminado en este camino desde ya hace muchos años…



…he gastado todas mis lágrimas



…he dejado muchas cruces atrás.



Quizás esta vez es suficiente. Llévame a casa!


viernes, 31 de julio de 2009

En el camino...


El aire de aquella tarde era especial, algo electrificado, como si hubiese pasado una gran tormenta y luego el cielo se limpió para vestirse con las últimas luces del día. La noche llegaba lentamente…

El paisaje era llano, y el horizonte del campo se perdía con la oscuridad.
Por la ruta llegaban algunos camiones que se detenían en el restaurante de la gasolinera, pues la hora de la cena estaba cerca.

Éramos un pintoresco grupo que solo nosotros sabíamos que hacíamos allí. Para cualquiera hubiera parecido un grupo de feligreses o estudiantes de teología comiendo unas ensaladas con el vicario y sus ayudantes en las instalaciones al aire libre. Pero lo cierto es que allí había dos personalidades cruciales en la historia del rock progresivo, aunque ellos no se daban esa importancia…

Hacía solo unas horas atrás habíamos dado un concierto en el teatro de un pequeño pueblo. La gente que asistió no sabía de nuestra disciplina y filosofía, no sabían de música experimental o progresiva, no sabían quién era “el maestro de ceremonia”, mas solo que era un extranjero que estaba dando clases de guitarra allí. Pero toda esa gente, humilde y sin pretensiones, disfrutaron y apreciaron la belleza sonora de aquel espectáculo.

Alguien del grupo, la cual era muy creyente, comentó que Cristo era el medio para llegar a Dios… Todos supimos a que se refería y miramos a aquel que fue el mediador para llegar a La Música.

Quien hubiera pensado que a un lado de la ruta, en esa parada de camioneros hubiera tanto misticismo!!

Brenda, Andrés y yo, llevamos las bandejas de ensaladas a las distintas mesas, y cuando nos íbamos a sentar en una apartada al grupo, el maestro nos hizo señas indicándonos que allí había lugar.

“…y entonces la iglesia se aparto de la verdad de Dios, así…”, dijo con su disciplinado acento ingles mientras ejemplificaba la distancia colocando su baso al otro extremo de la mesa. “Todo se convirtió luego en Secretos Sagrados, y aquel que se interesaba en ello era acusado de conspirador y hereje…”. Hizo una pausa de silencio y esperó a que nos sentáramos para continuar: “…y luego así creció el rebaño ciego.”

“…entonces…”, balbuceó una joven: “…nacemos sin alma?”

El maestro la miró con amor y ternura al advertir cierto temor en su voz:
“Nacemos con una pequeña llama que se extingue con los limites de lo que creemos conocer. Hay que alimentar esa llama,…y si, hay que construir un alma.”

Si bien ese concepto no era nuevo para muchos de nosotros que ya estábamos en El Trabajo, el hecho que el Maestro lo mencionara era una revelación.

“Es como el sonido”.

El Maestro miró con afirmación a su amigo que estaba parado a un lado de la mesa, y él sonrió detrás de sus anchos bigotes y levantó su taza de café como agradeciendo el gesto.

“Si, es como el sonido. Todos nacen con sonido y hasta pueden disfrutar de la música, pero para estar en ella hay que construir un alma sonora, hay que conocer el sonido y trabajar en ello. Solo así logramos hacer música”.

“El despertar es como aprender a oír?”, exclamé, mas afirmando que preguntando.

“Si, pero es mas que eso…”, y al observarme mi cuerpo se estremeció: “…una gran verdad es que hay muchos buenos músicos que comprenden la teoría, pero su resultado es egoísta. Seguramente pueden construir buenas cosas, pero su objetivo no es el ensalzamiento de la Música”.

Una bella mujer, de rostro juvenil y cabellos rizados rubios, puso el servilletero entre el plato y el baso del Maestro, y exclamó: “En la cultura teocrática se dice que los demonios también tienen poderes, y que muchos de ellos parecen ángeles.”

“Gracias, Virginia”, le dijo, y ella le contestó con una bella sonrisa.

Siguió hablando tomando simbolismos teológicos:
“Hay falsos Mesías?” pregunto recorriendo con su mirada a cada uno de nosotros.

“Si” contestamos casi al unísono.

“Entonces…Hay Mesías!” dijo poniéndonos a prueba.

Aquí mi conocimiento teológico no tubo lugar, porque sabía que era un “Koan”, una pregunta Zen. Todos somos Mesías de uno y de nadie, pensé. Pero cual era la respuesta?

“Juiahnn…” exclamó al mirarme, “…tienes un héroe?”

Me sonrojé como niña colegiala enamorada de su maestro. Él se dio cuenta y me miró orgulloso pero serio. El segundo de silencio pareció eterno… La noche apareció como de repente.

“La Música no es el arte de combinar los sonidos. No todo el que mezcla colores es un pintor, no todo el que escribe es un escritor…”, llevó un buen bocado de lechuga a su boca, y luego de una pausa concluyó:

“La Música sin Espíritu no es correctamente Música.”

Tony y Virginia se agregaron a la mesa y comimos todos en silencio bajo esa noche especial.


Juiahnn