Pain of Salvation

He caminado en este camino desde ya hace muchos años…



…he gastado todas mis lágrimas



…he dejado muchas cruces atrás.



Quizás esta vez es suficiente. Llévame a casa!


miércoles, 8 de julio de 2009

Experimento musical. Parte 1.

Hace unos meses recibí un mail con una historia, o algo así como la narración de un experimento social: En un metro de la ciudad de Washington, USA, un joven tocaba el violín. Se oía un repertorio de Bach, bello, pero la gente apenas se detenía a mirarlo y solo algunos pocos pasaban y le dejaban unas monedas en el estuche. El joven violinista se tomaba un leve descanso entre cada interpretación. Los niños eran los únicos atraídos por la belleza de su música pero eran arrancados de su ensoñación por los apurados padres que los tironeaban para seguir viaje. Al finalizar el día el joven músico había recaudado algo así de 32 dólares…
Lo que las personas no se habían percataron era que ese joven era nada menos que Joshua Bell, uno de los mejores violinistas clásicos, interpretando bellas y complejas obras en su violín tazado en 3,5 millones de dólares, y que sus conciertos no son nada baratos… Y él estaba allí, gratis, entregando su alma a un público que, tomándolo por un músico callejero, apenas notaban su existencia, pero que de seguro dos días después pagarían la localidad que algunas llegarian a sifras superiores a los 1000 dólares para ver a Joshua Bell en el teatro…



De esto puede salir muchas conjeturas, y casi todas ciertas: Que las personas están tan ensimismadas en este mundo moderno que no se regalan tiempo para ver algo bello como el cielo de la tarde, las nubes de la mañana, un árbol, una flor, un perro, o un artista callejero… Que las personas perdieron el gusto por el arte y solo ven, en este caso la música, su utilización como un adorno de la vida y no como una fuente de vida… o, que las personas son tan esnobistas que solo hubiesen aparentado disfrutar si sabían que el músico callejero era Joshua Bell… Cualquiera de estas conjeturas muestran la carencia espiritual de las personas de hoy.

Esto me recordó a una leyenda urbana que escuché en los estudios de grabación en Los Ángeles a principios del nuevo milenio. Allí, en pleno centro de la ciudad hay un negocio de instrumentos musicales, uno de los más grandes y concurridos, y que de vez en cuando se ve a algunos músicos conocidos dando clínicas y tocando jams. No recuerdo bien el año… creo que era en la primavera Americana del 2001, un sábado por la tarde en donde el local se llena de aficionados que van a probar instrumentos o a hacerse ver “que tan buenos son”. (Confieso haberlo hecho de adolescente, hasta que un hombre mayor me dio una lección de maestría guitarristica que destruyó mi ego, ja ja ja). En algún momento, un joven que rondaba los 30 se acerca al comerciante y le pide probar una Ibanez PGM 900. El comerciante, sonriendo con cierta picardía, llama a un empleado que apenas había pasado la adolescencia para que lo guíe hasta la sección de guitarras y pueda probar la requerida. El joven siguió al empleado. Llevaba el pelo corto y despeinado y usaba gafas ligeramente oscuras. Tenía una pequeña barba de apenas días, y estaba vestido mas bien como un neyorkino que como un californiano. Lo acompañaban una joven oriental y un hombre apenas mayor que él, pero sin ningún aspecto en particular. El joven visitante se sentó frente a un amplificador Laney GH 100 L y enchufó la guitarra. Reguló la ecualización y comenzó a tocar un preludio de J.S.Bach. En cuestión de segundos se vio rodeado, no por un público que lo quería escuchar, sino por casi una docena de jóvenes guitarristas que se pusieron a probar instrumentos a niveles desconsiderados y a intentar pasajes complejos a alta velocidad. El extraño visitante rió y comentó algo en japonés a sus amigos y siguió tocando, esta vez una pieza melódica seguida de una exhibición de tapping. Los otros guitarristas frenaron durante unos segundos para oír lo que éste hacia y volvieron a hacer su rutina pero a mayor velocidad y con algunos “trucos” de lecciones por video, y hasta se envalentaban en dar comentarios como: Quien se cree que es? No es nada especial lo que hace? Eso yo lo hacía cuando era un estudiante? Hey, man, podrías bajarle el volumen?
El joven se batió aun mas su cabello y levantando los hombros como diciendo “que hago?” se puso a tocar un tema de The Beattles seguido de un solo infernalmente veloz. Al concluir, el dueño del negocio se acerco aplaudiendo y diciendo: “Un fuerte aplauso para nuestro invitado que dará una clínica esta noche: el señor Paul Gilbert”. Los que estaban allí, a su lado, compitiendo por ver quien era el mejor guitarrista, se quedaron mudos. Algunos huyeron, otros se acercaron humillados, y otros curiosos por el simple hecho de que sabían que un tal Paul Gilbert era famoso.


Hacía un poco más de 5 años que MR BIG había sacado su último disco de estudio con Paul Gilbert, y de hecho en aquella época (1996) ese estilo de música ya no estaba de moda en USA. Paul Gilbert había comenzado su carrera solista a finales de los 90, y para ese acontecimiento en el local, ya tenía tres discos en su haber que eran furor en Japón, donde residía Paul. Con su nuevo look de pelo corto y no tan roquero americano estaba comenzando una presentación por USA de un nuevo modelo de Ibanez PG.
Alguien le preguntó a Paul que opinaba de “esa actitud egocéntrica que tienen la mayoría de los guitarristas”, a lo que contestó con su afable sentido del humor: “Los guitarristas tenemos que ser nuestro propio publico…habemos tantos!!”

Acá no comentaré sobre las personas comunes, sino sobre el propio músico o aspirante a músico. Es verdad que hoy muchos pueden emular a otros guitarristas y hasta tocar una pieza mejor que la versión original, pero, donde quedo la humildad y la admiración a lo bueno? Esto lo veo mucho en el ambiente guitarristico: Se critican unos a otros y a la vez piden admiración. Siguen a un guitarrista en particular porque tienen un nombre, pero critican a “su vecino porque intenta imitar a Jeff Beck”!! Seguramente, esos violeros del local de música, si se hubiesen dado cuenta que el “desconocido” era Paul Gilbert hubiesen vitoreado el mas mínimo movimiento de dedos en lugar de intentar competir y mostrar su maestría… Muchachos, no es hora de que toquen con el corazón y dejen de hacer gimnasia de dedos? No es momento de darle crédito “al vecino por tocar las canciones de Jeff Beck”? A quien quieren impresionar tocando rápido y haciéndose los difíciles? A los músiquitos aspirantes de “guitar hero” no les importa porque “siempre ellos son mejores”; a la gente común no le impresiona los malabares, puedes sorprender con 10 segundos de velocidad pero luego los aburriste; y por último, el guitarrista experimentado sabe si realmente tocan con solo escuchar tu feeling… Se entiende?

Contrariamente a la veracidad del dicho, en este mundo actual “el hábito SI hace al monje”…. que lamentable!!

Como sea, Paul aun se ríe de aquello…








Juiahnn