Pain of Salvation

He caminado en este camino desde ya hace muchos años…



…he gastado todas mis lágrimas



…he dejado muchas cruces atrás.



Quizás esta vez es suficiente. Llévame a casa!


lunes, 18 de diciembre de 2006

Hobbits en La Casita de la playa.


Hoy, nuevamente, me voy por unos días a la pequeña casita en la playa que mi familia heredó (y que mi querida tía Mer cuida con garras). Días que me tomo para pensar, meditar, leer, escribir, dibujar, o hasta para dar alguna clase especial de música.
“La Casita” (como la llamamos los que la conocemos) es un lugar mágico a unos metros del mar. Habría mucho que decir de esta “cabañita” (por estar construida en madera a los pies del médano) ya que no solo tiene mucha historia en si, sino que es un sitio histórico, pues allí pasaba sus veranos un buen ex presidente, aunque no es esto de lo que les quería hablar. Aun así, si están interesados, visitan su pagina web http://www.controlb.com.ar/elenita/ o escriban a laelenita@hotmail.com donde le darán información. Ahora si vuelvo al tema que nos compete…

Seguro pensaran que una casita en la playa tiene mucha utilidad en verano (y que obviamente lo tuvo a lo largo de las generaciones de mi familia), pero en mi, su función principal comenzaba al principio de otoño y terminaba con el final de la primavera, y donde se realizaba secretamente “La Sociedad Literaria y Hobbit Sureños” (como la llamé una vez). Durante tres años (hasta finales del 2005) un muy buen amigo mío, puesto por la familia para cuidar el patrimonio, vivió allí. Eso nos dio la oportunidad de que un pequeño grupo de locos ejerciéramos nuestra arte en épocas de largos crepúsculos y meriendas calientes. Sean Lovehate era nuestro anfitrión y cuidador de tan preciado lugar. Durante su estadía, no solo apoyaba mis locuras, sino que también realizaba las suyas. Sean es un escritor con espíritu épico y con un lado oscuro de letras subliminales. Allí escribió muchos cuentos de “El Ángel Gris” (No confundir con su homónimo escrito por Alejandro Dolina) y la novela medieval “Elenna”.
Muchas fueron las amaderadas tardes con aroma a incienso y café (o en algunos casos a cerveza de manteca) y en las que nos compenetrábamos en las historias y tácticas que construíamos para diferentes juegos de rol. Con nosotros estaba Arjen, el vikingo y verdadero hobbit por su estatura y corpulencia (perdón Arjen), que cerraba el circulo. Pero no solo organizábamos RPG vividos (en los que nos poníamos capas y blandíamos pesadas espadas a lo largo de un bosque) o de mesa, ni tampoco que siempre hablábamos de literatura, o que planeábamos un estilo de vida llamada “La Orden de los Ivaris”, sino que en muchas ocasiones nos hundíamos a las costumbres hobbitianas de reflexionar sin decir ni hacer nada mas que tomar té y comer galletas. La idea del nombre de “La Sociedad…” se me ocurrió una tarde de invierno en la que pasamos con Sean y Arjen en silencio (solo mirarnos, comer y beber) por mas de tres horas… Pero por que hobbit? Porque aunque yo tenia un espíritu oriental, Sean de palabras y letras, y Arjen de guerrero nórdico, lo que mas nos gustaba hacer era ver el cielo oscurecerse desde esa casita. No podíamos ser montaraces (aunque tuviésemos el aspecto) porque estábamos en un lugar fijo. No podíamos ser elfos porque ninguno era rubio y extremadamente hermoso para serlo. Menos magos porque ninguno era anciano y practicaba la magia (ejem!). Y lo que mejor nos calificaba por costumbres (dentro del mundo de Tolkien que tan presente estaba en la casita) eran los hobbits. Una de las actividades que más ejercíamos en grupo era la literaria, aun dentro de los RPG. Y como obviamente no vivíamos en una Tierra Media, sino que en otro continente y muy al sur, éramos sureños. De ahí el nombre… Claro, que con el tiempo éste nombre fue mutando a “Sociedad Guitarristica de Hobbit Criollos” y “Sociedad Cervecera de Hobbit Metaleros”, pero ese, en todo caso, es parte de otras historias, je-je.

La Casita es una fuente de sensaciones que varían depende la persona, desde lo histórico argentino, pasando por un nórdico refugio, hasta un pequeño santuario oriental.
Hoy, a tan solo unos días del verano, no se como lo veré, ni que sensaciones nuevas me traerán estar entre esas paredes de madera con el murmullo del mar como compañero. Pero de lo que si estoy seguro, es que la sentiré como todos los que allí estuvieron alguna vez, como un refugio del mundo que nos rodea…
Elen síla lúmenn omentielvo (o del elfo-castellano: "una estrella brilla sobre la hora de nuestro encuentro").

Gracias Sean por tan bella foto...

Juiahnn.