Pain of Salvation

He caminado en este camino desde ya hace muchos años…



…he gastado todas mis lágrimas



…he dejado muchas cruces atrás.



Quizás esta vez es suficiente. Llévame a casa!


lunes, 12 de marzo de 2007

La Construcción del sonido interior.


Cuando comencé a temprana edad a tocar piano, me expresaba con disciplina de técnica lo que el pentagrama me dictara de aquella música que me apasionaba. Pasaba horas intentando reproducir con mis torpes manos lo que genios en siglos pasados habían creado, y debido a esto no tardé en querer, por mis propios medios, componer una obra o simplemente una canción.
Como mi conocimiento musical y mi técnica eran muy escasas, apelé a lo que mejor sabía hacer: imaginar una historia, y con ella darle vida mediante los sonidos del piano.
Una vez terminada, orgulloso de mi creación, se la mostré a mis familiares. Habría de haber sido algo disonante, melodiosa, virulenta, confusa, parsimoniosa, alegre, macabra,…¿imaginativa?, pues no tubo una mediana aceptación hasta que no expliqué la historia. Aun así, pese a que “mi obra” no fue muy aplaudida, seguí cultivando ese instinto.
Años después, en plena adolescencia (16 años) y con algunos instrumentos incursionados, llegué a la guitarra por casualidad…¿casualidad? Dos años después, estaba trabajando como músico cesionista en un estudio de grabación, había hecho varias maquetas (demos) propias, y estaba enseñando música de manera particular (de hecho varios de mis alumnos crecieron a mi lado).
En aquella época, muchos de mis amigos guitarristas me preguntaban como había hecho en dos años lo que a ellos les llevo años de estudio. Yo solo contestaba: “Con imaginación”. Y aunque, si es verdad que pese a no tener una educación musical académica tenía conocimiento de teoría, y por mis manos habían pasado el piano, el clarinete, la flauta, la batería, y el bajo, la verdadera educación la obtuve con disciplina, imaginación, y por sobre todo, una relación espiritual con el instrumento. Estas “revelaciones” las obtuve al plantearme las preguntas que todos se plantean en un comienzo con la guitarra, tales como: ¿Cómo se compone una canción? ¿Cómo se construye un solo? ¿Cómo se puede saber donde hay que tocar?, y estas interrogantes me llevaron a investigar al instrumento como mediador (o anexo) a la música (como un ente, una esencia universal, o una fuerza creadora invisible) mas que como instrumento en sí. De esa manera, la disciplina musical se extiende a nuestro cuerpo, y hay que aprender a manejarlo e interpretarlo como al instrumento mismo.
Durante años recogí, estudié, y analicé, diferentes materiales de institutos americanos, de enseñanzas tradicionales de la música oriental, del método de Guitar Craft (dirigido por el genio guitarrista y compositor de King Crimson, Robert Fripp), y de distintas culturas, que mezclado con algunas técnicas de relajación corporal y aquel particular sentido de la imaginación que utilizaba en mi niñez (y que es la piedra angular de esto), me ayudó a crear un método de guitarra a la que llamo, “La construcción del sonido interior: pedagogía y técnica de la ejecución trascendente”, y que hoy (pese a llevar 10 años enseñando música) está preparado para ser trasmitido a todo aquel que desee aprender desde el principio, o para el que ya toca, o hasta para el guitarrista experimentado que necesite un pequeño empujoncito para seguir adelante.
El objetivo es llegar a la música como exploradores por su vibración más que por sus teorías, y así conocer su “topografía”.
Mi objetivo para cada interesado es que lleguen a:
1) aprender música tanto de las experiencias ajenas, como así de todo lo que nos rodea,
2) conocer los distintos aspectos de la música y orientarlos (en esta época de pobreza musical) al verdadero entendimiento de esta,
3) encontrar una voz interior y una personalidad propia musical,
4) hacer música como si fueran pintores artísticos, narradores de historias, o ingenieros constructores, plasmando nuestra esencia en ello, y
5) transitar por ella libremente.
Para poder lograrlo se necesita cierta intensidad de aplicaciones a nuestro estado. No basta con ser un virtuoso o un erudito del tema, pues solo seriamos meros intérpretes y no constructores de la música. Debemos tener atención, equilibrio, compromiso y humildad.
El músico se convierte en un creador de imágenes sonoras. Esto es bastante directo, excepcionalmente difícil (pero gratificante) y continuamente misterioso.
Para aquellos que ya llevan tiempo en esto, tienen que saber que debemos estar preparados y sinceramente abiertos, prestos a desaprender lo ya aprendido, para incursionar por otros caminos hasta llegar a “nuestra alma sonora”.
Al principio de este escrito te contaba acerca de mi niñez y de cómo la música me llevó por sus “tierras”. Hoy, aunque soy un poco más grande, aun siento ese cosquilleo en mi interior cuando comienzo una travesía sonora. A mi me sirvió para crecer y diferenciarme de otros, ser música (si, leíste bien: música) antes que interprete, ser músico antes que guitarrista, pero por sobre todo tener un “algo” que albergar en nuestro interior, y que si quieres, podría ayudarte a encontrarlo en vos.
Será hasta entonces…


Juiahnn